Solidaridad con Walter Chavez

He recibido con preocupación la noticia de que la Corte Suprema de Justicia
estaría a punto de atender una demanda de extradición en contra del
ciudadano Walter Chávez, presentada por la República del Perú, por estar
supuestamente involucrado con un grupo armado. Esta demanda es injusta
y oculta razones políticas. Walter Chávez fue un valioso colaborador del
gobierno de Evo Morales, razón por la cual ahora se convierte en una especie
de chivo expiatorio. La prueba de ello es que el señor Chávez llevó una vida
pública de intelectual y periodista durante años sin que ninguna instancia del
Perú ni de ningún otro gobierno se haya pronunciado acerca de él.

El señor Chávez trabajó como asesor de dirección en importantes periódicos
como La Razón y fue director de El Juguete Rabioso y de la edición boliviana
de Le Monde Diplomatique. Es sólo a partir de la ascensión al poder de Evo
Morales, en cuya campaña el señor Chávez cumplió un rol decisivo, que
grupos interesados en desestabilizar al gobierno comenzaron a mover cielo y
tierra para reabrir un caso que estaba cerrado. No se trata de la primera vez
que se quiere confundir los términos y criminalizar a un intelectual
comprometido con las luchas sociales utilizando el argumento manido de
terrorismo.

Walter Chávez ingresó al país legalmente en 1992 y fue acogido como
refugiado político en apego a los convenios internacionales firmados por
Bolivia ante Naciones Unidas, estatus del cual goza actualmente. La Agencia
de la ONU para los Refugiados evaluó que Chávez era un perseguido político
en su país (fue apresado, torturado y finalmente tuvieron que liberarlo al
mes por falta de pruebas en su contra), y le concedió asilo, como a cientos
de ciudadanos de otros países.